El trabajo y los bichos
El trabajo y los bichos es una serie de ocho dibujos sobre
cerámica que forman una secuencia de lo que podría considerarse un hallazgo
arqueológico o un vestigio material de vidas posibles y extrañas. Cada imagen,
cada lámina de arcilla dibujada, representa un bicho en una actividad
diferente, un insecto, andrógino, ocupando el lugar habitual de un hombre en su
trabajo. Cada uno de estos bichos son profesores, pintores o ceramistas,
bordan, leen y cocinan, adoptando en cada situación la corporalidad
característica de la performance humana en el ámbito de una cultura y una
sociedad.
La
serie El trabajo y los bichos, fue
pensada y concebida a la luz de las ideas subyacentes, en la novela La Metamorfosis de Franz Kafka.
Recordemos que, el personaje principal del genio Checoslovaco Gregorio Samsa
encarna una desesperante pesadilla donde su ser humano lentamente se transforma
en repugnante cucaracha. Para Samsa (y también para el hombre moderno) el mundo
animal, carente de autonomía y pensamiento, representa la degradación del ser. En
la pesadilla kafkiana la cucaracha es la metáfora más mordaz de la
insignificancia de existir sin razón, sin libertad. Paradójicamente, la
transformación de hombre en insecto es posible gracias a la alienación que
provoca la cotidiana burocracia laboral. En un círculo indeseable el mundo
animal y el mundo humano se confunden, permitiendo la mutación de unos en
otros.
La
realidad capitalista actual, fruto de un derrotero histórico, que se remonta a
la edad media, primero disoció y luego condenó en órdenes jerárquicos menores,
el ámbito animal. En la actualidad no pareciera haber cambiado demasiado la
aberración que nos genera lo otro y lo diferente y de manera violenta tratamos
de humanizar todos los seres que nos rodean. Extrañas tiendan exhiben en jaulas
y vitrinas perros, gatos y conejos, junto a juguetes abrigos y zapatos para
cada mascota. La mercancía ha invadido todos los espectros posibles al punto
que, llegado el caso de vernos convertidos en perros, tendríamos la opción de consumir
algún objeto o, en su defecto, un amo generoso que lo hiciera por nosotros.
En
este panorama, lo humano pareciera definirse por la capacidad para
compatibilizar con la esfera del consumo, posibilidad que sólo puede ser
pensada en el marco de la propuesta laboral capitalista, el trabajo asalariado
y la propiedad privada.
El trabajo y los bichos trata de invertir el orden de lo
siniestro para metamorfosear lo animal en humano y mostrar, levemente, la
incomoda tarea que llevamos diariamente para intentar ser libres en los
márgenes de nuestra rutinas, costumbres y actitudes laborales.
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