Judith y los límites del cuerpo
Cuando
leía Judith Butler en la facultad de filosofía, especialmente sus ideas sobre
lo perfomático estaba segura que eran las teorías más revolucionarias de
nuestra época. Durante un tiempo me pareció muy extraño que no hubiese
interacciones comprometidas, por ejemplo, entre teorías Queer y teorías
estéticas.
En
una ocasión leyendo “Ultracontemporáneo” de
Carlos Espartarco me quedé muy asombrada con el capítulo que él le dedica,
en ese libro, a las teorías Queer y post-feministas, era un texto erudito en el
tema. Rápidamente descubrí que todo el
capítulo estaba plagiado de la introducción de José Carrillo al libro
“Posiciones Críticas” de Douglas Crimp. Espartaco sólo había cambiado comas y
puntos de lugar, suprimido comillas e itálicas, obviado algunos párrafos. Al
principio me pareció una estafa, ahora pienso que esa nueva escritura de
Espartaco es la real intervención con los grandes corpus teóricos. En realidad
lo que el hizo fue traducirlo a su propia corporalidad, transformó la
puntualidad en ritmo propio y con ello se escuchó a si mismo a través de otra
voz.
Pensando
en cualquier cosa, estaba en mi taller tejiendo un vestido celeste
fosforescente, y Valentino me alcanza su dibujo, sobre una nota a Butler en la
Revista Deodoro de la UNC, con una fibra del mismo color. Valentino hace unos
garabatos caligráficos maravillosos, parecen cúmulos de estrella,
constelaciones. Lo miré un rato y lo dejé en una mesa e inmediatamente la
imagen se armo con el vestidito para Butler.
El
ejercicio de leer es un juego de transformación infinita, donde el autor nos
modifica y lo modificamos, se tejé la gran horizontalidad de los símbolos y la
política.