Literatura y crueldad
En
unos días se presenta el libro “La cautiva, alucina” de Silvina Mercadal. Leí
el libro en dos ocasiones, la primera vez tenía la frescura y la magia de los
libros que están haciéndose, naciendo. En ese momento fue inevitable volver a leer
los textos de Esteban Echeverría, La
cautiva y El matadero y encontrar,
tal vez como Silvina en su re-versión de La
cautiva, las contorsiones del
lenguaje enredadas en los cuerpos.
En
una segunda lectura, la alucinación se
fue descubriendo como el corazón de un ovillo donde la crueldad permanece en
formas diversas; nadie ha liberado a la cautiva de su dolor.
En
la literatura fundante la sangre y el lenguaje se tejen y ordenan como un
territorio extenso y peligroso, como la pampa que atrapa al ojo en ese
horizonte sin pliegues.
Entonces
pensé que aquellas lanas, que Silvina me había obsequiado, herencia de su
abuela, servirían para bordar los fantasmas, que acechan.